La isla de Skeppsholmen fue en tiempos sede de la Armada sueca y, en cuanto tal, fue una ciudad paralela, autónoma, que disponía de todas las dotaciones necesarias para desarrollar su misión: astilleros, cuarteles, polvorines, hospitales, iglesias, talleres, gimnasios… A finales del siglo XIX la Armada abandonó Skeppsholmen convirtiéndose sus edificios en sedes de instituciones tales como escuelas, museos, teatros etc. Una de tales instituciones fue el Moderna Museet y en 1990, ante la disyuntiva de ampliarlo, se decidió que procedía la construcción de un nuevo museo que también debería incluir el Arkitektur Museet. La peculiaridad del concurso radicó en que se ofreció a los arquitectos la posibilidad de escoger su localización. Y es aquí donde tal vez convenga hablar de la noción de estrategia, pues frente a la tentación de proponer un edificio conspicuo, sobre la orilla del mar –la respuesta que Jørn Utzon dio en Sídney estaba demasiado próxima para ser olvidada– se optó por un edificio que no hacía del contacto con el agua su fundamento y que sí, sin embargo, entendía como algo deseable la familiaridad y buena relación con los edificios de la isla. Y ello inspiró el diseño de las salas en las que la fuente de luz –los lucernarios– son los responsables de su forma. La condición exenta de la mayor parte de los edificios se mantiene en las salas que al agruparse en torno al Tyghuset –una excepción en la isla dados los 250 metros de longitud– reducen el impacto de su presencia en la isla. El museo no transforma la imagen de Skeppsholmen: las nuevas construcciones se inscriben en la isla y se adaptan a sus alturas hasta alcanzar el nivel del mar, cota que sirve de acceso a las obras de arte y a quienes trabajan en el museo. Construido al tiempo en que se construía el Guggenheim de Bilbao se sitúa en sus antípodas, al hacer del mismo el lugar desde el que reconocer la hermosura de la ciudad y no reclamar para el museo, como ocurre en Bilbao, la atención de todas las miradas. En la dirección de esta obra se contó con la valiosa colaboración del estudio Moneo-Brock.
Skeppsholmen Island, Estocolmo. Suecia
Statens Fastighetsverk (National Property Board)
Peter Ohrstedt
Museo
Rafael Moneo
Arquitecto asociado: White Coordinator, Ragnar Uppman, principal-in-charge
Colaboradores:
Concurso:
Michael Bischoff (Arquitecto)
Robert Robinowitz (Arquitecto)
Lucho Marcial (Arquitecto)
Anteproyecto:
Michael Bischoff (Arquitecto)
Diseño:
Belén Moneo, (Arquitecto de proyecto)
Jeff Brock, (Arquitecto de proyecto)
Fernando Iznaola (Arquitecto)
Ignacio Quemada (Arquitecto)
Eduardo Belzunce (Arquitecto)
Max Holst, (Arquitecto en obra)
White Coordinator:
Björn Norén
Viljar Päss
Anna Karin Edlbom
Magnus Croon
Mats Anslöv
Lars-Erik Karlsson
Louise Masreliez
Diseño Interior
Rafael Moneo, Belén Moneo, Jeff Brock (Espacios públicos)
Thomas Sandell (Restaurantes, bibliotecas, tienda)
Karen Nyren (Oficinas)
Estructura: Tyréns Byggkonsult AB
Instalaciones: Energo AB
Electricidad: WO-Konsult AB
Ingeniero de iluminación: KTH Arkitektur/belysningslära
Iluminación: Fisher Marantz Renfro Stone
Securidad: Team TSP Konsult AB
Seguridad contra incendios: Brandskyddslaget BOTAB AB
Acústica: Ingemanssons Akustik
Teatro: Arteno Arkitektur & Teater
Maquetas: Juan de Dios Hernández y Jesús Rey
NCC AB
49.100.000 €
Museo de Arte Moderno 20.000 m2
Museo de Arquitectura 6.000 m2
Concurso. Primer premio 1991
Inicio obra: 1994
Terminación: 1997
Inauguración: 1998
